El centenario de la muerte de Lenin, ocurrida el 21 de enero de 1924, dos años después de ser ungido líder supremo de la URSS, pasó este domingo con más pena que gloria, por deseo del presidente ruso, Vladimir Putin, de ningunear al líder de la revolución bolchevique, a quien no perdona que incluyera en la Constitución el derecho de los pueblos a la autodeterminación, lo que abrió la puerta a los procesos de independencia de las repúblicas soviéticas, que ahora trata de anexionar a sangre y fuego, como pretende en Ucrania.
Comunistas y nostálgicos del antiguo régimen de todas las edades combatían el frío (-24°)ondeando banderas con la hoz y el martillo y entonando canciones soviéticas sobre el empedrado de la plaza.
Depositaron grandes coronas de flores a la entrada del mausoleo de mármol que acoge el cuerpo embalsamado de Lenin, protegido desde 1924 por un sarcófago, ante el que presentaron sus respetos en un silencio casi sepulcral.







