Claudia resbala los golpes; Xóchitl asesta algunos y Máynez se lanza contra las dos

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Es claro que Claudia Sheinbaum se sintió excelentemente bien debatiendo en torno a la política social, abordó este primer capítulo del tercer debate presidencial señalando que para Morena la Política Social “se traduce en bienestar y felicidad del pueblo”. Y tenía mucho que presumir: 28 millones de familias, 8 de cada 10, reciben apoyos directos, indicó.

Pero los siguientes rounds habrían de serle menos favorables. En cuanto a Crimen Organizado y Seguridad Pública se negó a entrar en el toma y daca que vimos en los debates anteriores. Se cobijó en los resultados de su gobierno y los de Andrés Manuel López Obrador, lo que permitió ver los mejores momentos de Xóchitl Gálvez, quien nuevamente usó los términos narcocandidata y narcopartido.

Incluso Gálvez pudo atacar por allí el tema de los apoyos directos e indicó que Morena no puede sacar a los jóvenes de las garras del narco porque los morenistas “son los capos”.

Máynez, en tanto, atacó especialmente al PRI y al PAN, una táctica entendible si se piensa en que su objetivo más lógico es la candidata que tiene más cerca, pero no olvidó a Sheinbaum cada vez que se le presentó la ocasión de mostrarse como la tercera opción. Afirmó, una sola vez un muy improbable rebase para colocarse en segundo lugar.

Los programas sociales plus

“No hay marcha atrás en la transformación”, sentenció Claudia en una de sus primeras alocuciones; empezaban sus mejores momentos, en los que aparecían lo mismo los programas sociales, el presidente López Obrador y su propio gobierno en la Ciudad de México.

Fue clara la intención de no entrar en un intercambio de descalificaciones o calificativos, como pasó en los primeros dos debates, e incluso la morenista usó ese contexto para darse el lujo de señalar, con mucha calma, que un debate presidencial no merecía caer en calumnias como las que, aseguró, le lanzaba la candidata opositora.

Algo que también se hizo evidente es que las dos candidatas iban mucho más sueltas, tranquilas, relajadas. De hecho, algo había pasado al poco tiempo de iniciar el debate, pero los televidentes no supieron qué, sólo se vio que Xóchitl y Claudia sonreían mientras Máynez hacía uso de sus primeros minutos en el debate.

Este tono distendido fue una diferencia clara respecto a los debates anteriores: Xóchitl y Claudia sonrieron con naturalidad en los primeros minutos, los mejores para la morenista.

Para rematar su baluarte en política social, Claudia explicó que lo hecho debía completarse con apoyos directos para dotar de viviendas a los jóvenes.

Xóchitl, en general, se centró en desmentir que tuviese la intención de acabar con los apoyos directos y sacó a colación personajes de gobierno señalados por presunta corrupción como Bartlett y su hijo; como Nahle y su yerno. Lanzó un combinado de golpes contra Sheinbaum: Covid y sus muertes, desaparición del Seguro Popular, cierre de estancias infantiles y crisis atmosférica en la Ciudad. Todo lo lanzó Xóchitl contra la oficialista.

“Claudia te quiere, pero te quiere pobre”, atacó Xóchitl.

Máynez atacó a Xóchitl por aquellas declaraciones de Fox contra los apoyos directos y la hidalguense opositora borró su sonrisa y la de la morenista se amplió.

Buena intervención, un poco más adelante, del moderador Javier Solórzano para preguntarles a los candidatos por el envejecimiento de la población, una piedra en el zapato del reparto de dinero como apoyos directos y becas.

La pregunta, muy buena de Solórzano, recibió el mismo trato que los ciudadanos que participaron en los anteriores debates: no le respondieron.

Democracia y la división de poderes 

Xóchitl Gálvez se apegó a su discurso, a aludir la farsa que, asegura, significa el gobierno de Morena y de AMLO. El tema de la democracia le hizo tener los mejores momentos. En el esquema del debate, había ocasión de que cada candidato lanzara una pregunta a ser contestada por todos los aspirantes. Curiosamente, para Xóchitl la pregunta propia y la de Sheinbaum le dieron ocasión de profundizar las críticas que se hacen a AMLO y a su partido por atacar la división de poderes y las instituciones de la democracia.

Xóchitl planteó que creía en los gobiernos de coalición y, sin más, abrió la posibilidad de incluir a otros partidos en su eventual gobierno. Tomó por los cuernos la pregunta en torno a la desaparición de legisladores de representación proporcional.

Morena ha insistido en desaparecerlos, lo que dejaría a un partido con 49 por ciento de los votos sin lugar en el congreso si su rival logra 51 por ciento. Xóchitl indicó que es posible redefinir el número de representantes por esta vía, pero no en este momento ni bajo los argumentos de los morenistas “que buscan un gobierno autoritario”.

Sheinbaum debió plagarse a los mantras que el gobierno federal ha promulgado desde la mañanera: atacó a los ministros del Poder Judicial, señaló que entre ellos hay quienes están “contra el pueblo” y de la representación proporcional lanzó un “veremos” que hacemos con las minorías.