La noche de ayer y la madrugada de hoy volvieron a estremecer a Guachochi con el sonido de las balas. En la sierra chihuahuense, los habitantes de esta cabecera municipal vivieron otra jornada de zozobra marcada por los disparos y el temor colectivo.
Ante este nuevo episodio de violencia, el párroco de Guachochi, Padre Enrique Urzúa Romero, dirigió un mensaje público a su comunidad parroquial, en el que expresó su dolor y preocupación, pero también su esperanza y llamado a la reconciliación.
“Me duele que como comunidad hayamos pasado nuevamente una noche aturdecedora por las balas”, escribió el sacerdote en una carta difundida la noche del 16 de octubre. “Los impactos de las balas que han quedado en la Glorieta, donde Nuestra Madre de Guadalupe nos recibe o nos despide a la entrada del pueblo, reflejan la experiencia que desde hace mucho tiempo hemos venido viviendo”.
El mensaje pastoral surge tras una jornada de enfrentamientos armados que interrumpieron la tranquilidad nocturna y provocaron temor entre los pobladores. Las autoridades locales dieron a conocer el saldo oficial de cuatro vehículos dañados, dos de ellos totalmente calcinados, así como decenas de casquillos percutidos.
Frente a esta situación, el Padre Urzúa se dirigió a los fieles “con el corazón dolorido”, pero con la convicción de que la fe puede sostener a la comunidad en medio de la adversidad. “Sabemos que no estamos solos, que el Señor de la historia, desde esta bendita imagen, escucha no solamente los impactos de las balas, también escucha nuestro clamor y el deseo de vivir en paz y libertad”, afirmó.
El párroco invitó a los habitantes de Guachochi a no dejarse paralizar por el miedo, sino a transformar el dolor en acción comunitaria y oración constante. “Les invito a seguir orando y actuando. Actuemos propiciando momentos de unidad, de encuentro comunitario en diálogos fraternos, viviendo el amor como esposos, padres e hijos, evitando lenguajes violentos y construyendo relaciones más amables y fraternas”.
También pidió incrementar la oración por quienes han tomado el camino de la violencia, a quienes se refirió con palabras de compasión: “Oremos sobre todo por quienes han tomado el camino equivocado, para que escuchen el querer de quien les ha dado la vida. Sabemos que la oración puede cambiar corazones y nos da esperanza ante las noches oscuras”.
La carta concluye con un mensaje directo hacia los hombres armados que operan en la región: “Hermanos que han tomado equivocadamente las armas: miren en el miedo y en el dolor de nuestros pueblos, su propio miedo, su propio dolor y el de sus familias que también sufren. Dense la oportunidad de experimentar la vida en libertad. Pido al Señor por la conversión de sus corazones”.
El municipio de Guachochi, enclavado en la Sierra Tarahumara, ha sido escenario recurrente de enfrentamientos entre grupos criminales que disputan el control del territorio. Las comunidades rarámuri y mestizas de la zona viven bajo la tensión constante de la violencia, el desplazamiento forzado y la falta de seguridad.
En este contexto, la voz del Padre Enrique Urzúa —quien desde hace años acompaña pastoralmente a las comunidades serranas— se ha convertido en un referente moral. Su mensaje de este 16 de octubre denuncia el dolor que atraviesa Guachochi y reafirma el papel de la Iglesia como espacio de consuelo y resistencia espiritual.
“Oremos para que las autoridades dotadas de la sabiduría necesaria, miren con ojos objetivos y solidarios la realidad que viven nuestros pueblos y garanticen con justicia y dignidad la paz y la seguridad de todos”, escribió, en una exhortación a las instancias de gobierno para actuar con empatía y eficacia ante la crisis de violencia.
El mensaje pastoral cierra con una invocación que resume el espíritu del llamado: “El Señor de la historia escucha nuestro clamor y el deseo de vivir en paz y libertad”.







