Juan Antonio Bayona, director de la película “La sociedad de la nieve”, dice que esta tercera versión de la tragedia del accidente aéreo acontecida en 1972 en los Andes, es un filme más apegado al espíritu que a los hechos.
El director español, cuya cinta acaba de ganar 12 de los 13 Premios Goya, a los que estaba nominada, incluyendo dirección y película, compartió a El Sol de México en un foro abierto con el público, celebrado en la Cineteca Nacional, cómo a través del libro homónimo de Pablo Vierci y conversaciones con los sobrevivientes, llegó a darle ese sentido a la película.
“Para nosotros era un ejercicio volver a la montaña para entender por qué los sobrevivientes necesitaban otra película. Cuando me reúno con ellos en el 2018, había hablado con ellos desde el 2011, notaba que necesitaban la película más que yo”, relató el director.
“Me preguntaba, y la película se pregunta ¿qué pasó en la montaña? ¿qué faltaba por contar? Y yo creo que a medida que fuimos ahondando en el guion y mientras más hablábamos con los sobrevivientes, nos dábamos cuenta de que es una película que está basada más en el espíritu que en los hechos y ahí dimos la oportunidad a los sobrevivientes de expresar un ‘gracias’ a los fallecidos”, explicó.
ntablar un encuentro entre los pasajeros sobrevivientes y los difuntos fue una relación que J.A. Bayona propició a raíz de un fragmento de la obra del escritor uruguayo, a través del que decidió el hilo conductor de la historia.
“Hay una conversación en el libro de Pablo Vierci, que tenía Roberto Canessa (interpretado por Matías Recalt) con los muertos, donde les pedía permiso para vivir la vida que ellos no tuvieron la oportunidad de vivir. A partir de ahí fuimos elaborando ese puente entre los vivos y los muertos en la película, esa conversación, de ahí la idea de que uno de los fallecidos cuente la historia”, comentó el director, haciendo referencia al personaje de Numa Tucatti, interpretado por el actor uruguayo Enzo Vogrincic.
Un filme sensorial y meticuloso
La cinta, que en su elenco incorpora a actores como Agustín Pardella y Esteban Kukuriczka, también representa para el director un viaje emocional, reconstruido en un proceso meticuloso que transmite los sentimientos de los actores hacia la audiencia.







