El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, admitió este lunes que la muerte de civiles anoche en un ataque israelí en un campo de desplazados en Rafah, en el extremo sur de la Franja de Gaza, no tendría que haber ocurrido: “Algo salió trágicamente mal”.
«Estamos investigando el caso, esa es nuestra política. Para nosotros, cada daño a civiles no involucrados es una tragedia», indicó Netanyahu en una audiencia en la Knéset (Parlamento israelí) con familias de rehenes sobre la guerra en la Franja, que suma más de 36,000 muertos, más del 70% civiles.
La investigación concluyó un «error en la identificación» y se saldó con el cese de dos comandantes israleíes.
“Tomamos medidas para reducir riesgos a la población”
El Ejército indicó que se trató de una «operación precisa basada en inteligencia» dirigida a eliminar a dos altos mandos de Hamás que se encontraban en un edificio en la zona; aunque admiten que luego se generó un incendio que provocó un alto número de víctimas mortales.
«Antes del ataque, se tomaron una serie de medidas para reducir el riesgo de dañar a civiles no involucrados, incluida vigilancia aérea, el despliegue de municiones precisas e información de inteligencia adicional», indicó el Ejército sobre el ataque anoche en Rafah.
«Sobre la base de estas medidas se evaluó que no se esperaba ningún daño a los civiles», agregó.







